Esos vinos malos, malos, pero malos con avaricia, con egoísmo, con intención de desagradar, de hacernos vivir una experiencia pésima, un mal rato, que es imposible hacerlos peor a propósito, vinos hechos sin querer, pero sin querer evitarlo.
Hoy rompemos una lanza por esos horribles vinos, brebajes imbebibles, botellas de pesadilla y necesarios, tremendamente imprescindibles, si ellos no podríamos distinguir los buenos, el bien no se entiende sin el mal, extremos que se definen el uno al otro y que no podrían existir el uno sin el otro.
Cada vez que descorchen un vino malo quédense con la sabiduría que otorga el conocer el horror para volver a la tranquilidad que ofrece el buen vino.
Nuestra selección de vinos buenos en nuestra vinoteca online.