Hay vinos y vinos, pero de vez en cuando merece la pena pagar un poco más y tomarnos una pausa para dar buena cuenta de esa botella que todos sabemos y ansiamos beber algún día.
La verdad es que tengo, pendientes en la lista, muchas «de esas botellas» (esos vinos que nos queremos beber y esperamos poder disfrutarlos algún día) y hoy comparto con todos ustedes el gozo que me produce disfrutar de una copa de uno de ellos.
Bodegas San Esteban lleva años invirtiendo en calidad y buen hacer, un camino de largo recorrido, costoso y lleno de trabajo del que podemos ser testigos, poco a poco, conforme vamos descorchando sus vinos año tras año.
Seleccionadas las uvas de viñedos cultivados en vaso antes de la década de 1940, nacen las 9.146 botellas que se elaboran del vino Colección Antique Nº1.
Un vino elaborado por entero con uvas Tempranillo que se cría durante 14 meses en barricas de roble francés y en concreto, el que nos ocupa estas líneas, elaborado en la cosecha del 2011.
Colección Antique Nº1 es un vino que tan solo sale al mercado en las añadas que la uva permite la calidad esperada para ofrecer lo que se pregona desde la contra-etiqueta de la botella: «Tributo a loas métodos de elaboración tradicional».
Un vino de vivo color rojo cereza, con ribetes rubí, oscuro y opaco, con una lágrima densa que se despliega por las pareces de vidrio tintándolas y cayendo lentamente.
La complejidad aromática de este vino es omnipresente desde el primer momento que acercamos la nariz a la copa. Un bloque aromático compacto que anima a permanecer largo rato desmenuzando todos los recuerdos que surgen de su interior.
Lleno de recuerdos aromáticos frutos negros maduros (compota de moras), frambuesas, higos, pastel de manzana, regaliz negro, anís estrellado, canela, pimienta negra, miel, orejones, chocolate negro, fresas con nata,…
Hay que dejar que se abra, oxigenarlo y disfrutar de el conforme surgen, uno tras otro, los diferentes matices que nos engatusan animándonos a seguir oliéndolo haciéndonos olvidar llevarlo a la boca.
Al beberlo resulta de una fantástica delicadeza a lo largo de todo el trago, una entrada con volumen que descarga sabor en todo su paso por boca, intenso, potente pero sutil.
Lleno de recuerdos a especias, finos tostados y una explosión de regaliz al final del trago que se disuelve dejando un delicioso rastro de frutas maduras. Seco y equilibrado.
Un vino maduro, elegante, que merece la pena dejar que se oxigene y que nos muestre todo su potencial, para deleitarse tomando una copa tras otra.
Los que busquen la finura y la elegancia de la complejidad no deben dejar pasar la oportunidad de disfrutar de este vino.
¿Con que me lo tomaría?… sencillamente solo, sin nada más… ¿maridarlo?… un buen queso curdado, ahumado, un poco de embutido ibérico, es una botella para darse un homenaje sin demasiados adornos, pero cualquier carne roja o estofado de caza será un buen compañero en una velada perfecta.
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