Durante el pasado Jueves 26 de Septiembre, organizamos en el Restaurante Harán (Sarriguren, Navarra), una deliciosa cena basada en el pescado (la mayoría a la plancha). Cuatro platos, cuyo ingrediente principal eran los productos del mar, maridados con vinos blancos, más el postre, como no podía ser de otra manera, acompañado de un vino tinto dulce, descubrimos desde fantásticas mezclas hasta horribles sabores.
El primer plato, en frío, tartar de salmón y aguacate, el bocado graso que nos ofrece este plato permite conjugarlo con innumerables vinos blancos, sobre todo los que nos llegan desde Galicia.
El vino elegido para acompañarlo fue un Godello de Ourense (D.O. Valdeorras) elaborado por una pequeña bodega familiar en la localidad de A Rúa do Valdeorras. A Coroa Godello acompañaba al graso bocado gracias a su ligero carácter mineral y su equilibrada acidez.
La verdad, el segundo plato de la noche fue bastante sencillo de maridar… Langostinos a la plancha, fuese cual fuese el blanco elegido, se luciría escoltando este plato.
Nos encanta el Albariño Segrel de Bodegas Pablo Padín, es afrutado pero no en exceso, la acidez justa, ideal para acompañar los mariscos a la plancha como era el caso.
En nuestras actividades siempre nos gusta poner «pequeños horrores» el salmón a la plancha estaba acompañado de una crema de pimientos rojos, que no debía de mezclarse, porque aunque el vino estaba bueno, casaba bien con el salmón, que estaba muy bueno, y la crema estaba deliciosa, si mezclábamos los tres ingredientes sabía a rayos.
Subimos la intensidad de los platos, hacemos lo mismo con los vinos. Soy muy aficionado a los rosados (y si son espumosos mejor) para acompañar este tipo de pescados, no obstante, un sabroso y refrescante verdejo, como «lo es» este Loess (proyecto, dentro de la D.O. Rueda, que nace del suelo, muy recomendable para conocer) Blanco Rueda.
El taco de atún también tenía trampa y la salsa la ofrecíamos por separado, ya que no casaba en absoluto con dicho plato, la crema de pimientos verdes incluso hacía desagradable el plato (cuando se mezclaban en la boca), curioso experimento con el que pretendíamos mostrar como con tres ingredientes deliciosos se puede hacer un horroroso menú.
También nos gusta incluir algún vino que se salga de lo común y De Beroz Esencia de Blancos, de Bodegas Batán de Salas (Somontano), dada su particular elaboración, contribuyó con su sutil carácter abocado y su característica crianza, a poner sobre la mesa el debate sobre si era un vino que gustaba (mucho) o no gustaba (nada).
Aquellos que hayan acudido más de una vez al Restaurante Harán, para participar en las actividades que en el organizamos, se habrán dado cuenta de que siempre repetimos postre. La pantxineta (pastel de hojaldre, crema y almendras), que cocina la madre de Pablo (el dueño), nos obliga a ello (es el único plato que no elabora el cocinero del local).
En una cena de vinos blancos, optamos para finalizarla, por un vino tinto dulce, Líbamus, de Bodegas Godelia, una sorpresa para una región en la que no hay ni tradición, ni costumbre, ni se suelen ver, los tintos dulces… y sobre elaborados con la variedad de uva Mencía.
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